No sé que le hiciste a mi corazón, pero con tan sólo una sonrisa cambiaste mi vida entera. Me ayudaste a levantarme cuando estaba mal herida y creía que ya nada valía la pena. No nos habíamos visto, ni nos habíamos tocado y ya sentía que algo dentro mio iba cambiando. Algo estaba pasando en el lado izquierdo de mi cuerpo. Cuando por fin llegó el día de vernos, una extraña sensación invadió mi ser cuando te vi bajar del tren, y vi tu figura, ahí parada en el andén. Te vi caminar hacía mí. No sabía como reaccionar. No sabía si salir corriendo en sentido contrario, o salir corriendo a abrazarte. Después de tanto esperar, allí estabas, junto al tren, esperando por mí. Desde ese día nada volvería a ser lo mismo en mi vida. Las horas pasaron y cuando la situación se dio, nuestros cuerpos se entrelazaron y nuestros labios se encontraron con un dulce y tierno beso. Fue en ese preciso momento que comprobe que lo que sentía era de verdad, que no era un sueño, que no era pasajero. Los días pasaron y llegó el día de tu partida. Ver tu cara del otro lado del vidrio. Yo parada en la estación, contemplandote. Pusiste tu mano en el vidrio. Yo puse la mía. Y luego de unos segundos, la campana sonó, y de a poco, fuiste desapareciendo en el horizonte. Sabía que te volvería a ver, pero no sabía cuando.
Y así fue durante meses. Vernos bajar del tren sonriendo. Yendonos con los ojos llenos de lágrimas. Supimos superar ese obstáculo. Con el paso del tiempo te amaba cada vez más. Llegaste a ser parte de mi vida. Fuiste, lo más importante que tenía. Por ti vivía. Compartimos muchas cosas. Muchos recuerdos que hoy siguen vivos en mi. Regalos y fotos que hoy cuelgan de alguna repisa en mi habitación.
Pero un día algo cambio. Alguien engaño a mi corazón y lo hizo sentir cosas que no debía. Y así, como una estúpida, fue que te deje partir. Sin darme cuenta de lo que eras para mí en realidad, sin darme cuenta de cuánto me amabas, te deje ir. Te lastimé. Te hice llorar por días. Eso nunca me lo voy a perdonar. Fui tan estúpida. Comprobé que el dicho que dice "uno nunca valora lo que tiene, hasta que lo pierde", es verdad. No valoré tu presencia. Hoy lo estoy pagando. Lo sé. Todo lo que me pasa es por eso. De a poco la vida me va haciendo entender lo mal que estuve. Me esta haciendo vivir, lo que vos pasaste. Aunque creo que no es suficiente. Tal vez me merezca algo más que esto.
Cuando logré darme cuenta de las cosas, de que tenías razón cuando me decías que lo que sentía en esos momentos era pasajero, ya era tarde. Como casi siempre que nos damos cuenta de que estamos mal. Quise recuperarte, pero ya tenías otro amor. Un día pensé que podía llegar a vos, y volver a unirnos, pero me equivoqué. Sólo fue aquel beso de despedida que nunca habíamos tenido. Y así fue que todo terminó.
Cuando llegué a mi casa mil imágenes se cruzaron por mi mente. La estación. El tren. Los besos. Los abrazos. Los regalos. Momentos vividos. Viajes. Peleas. Llantos. Risas. Todo cruzó en un segundo. Fue un gran pantallazo de todo lo vivido con vos. De todo lo que había perdido. De todo lo que en verdad eras para mi.
Hoy ya no tengo a mi lado, pero puedo decir que me conformo con ser tu compañera, tu amiga, tu consejera, o la que simplemente te escucha. Te agradezco que a pesar de todo lo que te hice, supiste perdonarme. No pretendo que me entiendas, pero con tu perdón me basta. Perdón y Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario